El coronavirus no ha matado a la ciudad

Por Robert Muggah e Ian Goldin

Publicado no World Economic Forum

Ninguna ciudad se ha salvado de la propagación letal del COVID-19. Pero el virus ha tenido un impacto profundamente desigual en diferentes grupos de personas, inclusive en una misma ciudad. Cuando la ciudad de Nueva York era el epicentro global de la pandemia, el centro de Manhattan tenía una tasa de infección de aproximadamente 925 cada 100.000, comparado con 4.125 cada 100.000 en Queens. La razón de esta brecha es muy clara: los residentes más adinerados de Nueva York podían acceder a una amplia gama de servicios de salud y trabajar de manera remota en edificios espaciosos de varios pisos.

Como en toda gran ciudad, el código postal forja a fondo el propio destino. Manhattan y Queens están a menos de 25 minutos de distancia en metro, pero la diferencia entre ambos en ingresos medianos anuales es la asombrosa cifra de 78.000 dólares, y la variación en expectativa de vida entre los distritos de la ciudad puede llegar a diez años. Desigualdades similares en ingresos, salud, educación y prácticamente cualquier otra métrica de bienestar persisten en la mayoría de las metrópolis en todo el mundo. El COVID-19 ampliará aún más estas disparidades.

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