¿Cómo enfrentar a los cárteles que operan en las redes sociales?

rsz_gangEn todo el mundo, las redes sociales están siendo colonizadas no sólo por grupos extremistas como el grupo militante Estado Islámico (ISIS), sino también por cárteles, bandas y sindicatos criminales.

El ciberespacio ofrece nuevas formas a los gánsteres para desplumar a víctimas desprevenidas y coordinar sus operaciones. Existe una creciente conciencia de la forma en que las bandas utilizan las redes sociales para intimidar a sus rivales, reclutar nuevos miembros y vender drogas en Brasil, El Salvador y México. Sin embargo, la amenaza de las bandas digitales está más cerca de casa de lo que podríamos imaginar.

California, y San Diego en particular, están considerados actualmente por los expertos estadounidenses en aplicación de la ley como una especie de zona cero en el fenómeno de las pandillas callejeras. La ciudad alberga actualmente a al menos 91 bandas que abarcan a más de una docena de grupos étnicos. La policía de San Diego ha documentado a más de 7500 miembros de 158 pandillas en todo el país.

Las bandas de San Diego están expandiendo su poder y su prestigio en el ciberespacio. Algunas pandillas han establecido sociedades con afiliados en Los Ángeles, Atlanta, Chicago, Houston, Nueva York, Phoenix y Washington, D.C. Otras han expresado ambiciones mundiales, utilizando la Internet para expandir sus operaciones desde la frontera entre México y Estados Unidos hasta Guatemala, El Salvador, Colombia, Uruguay y Argentina.

Nuestra investigación muestra que el ciberespacio también puede crear extrañas hermandades, como algunos grupos de San Diego que colaboran con competidores como los Black Disciples (Chicago), la Cosa Nostra (Estados Unidos e Italia), GS9 (Nueva York), Los Negros y el cártel de Medellín.

Esto también facilita nuevos tipos de complicidad. Por ejemplo, el cártel de Sinaloa y algunos de sus afiliados utilizan las redes sociales y servicios de envío de mensajes encriptados para coordinar sus operaciones fuera de línea. Obtener un panorama preciso de cómo las bandas operan en línea es un gran desafío.

Tomemos el caso de “El Gallito”, uno de los miles de gánsteres digitales que mantienen un perfil público Facebook y Twitter. El Gallito afirma que está conectado con la famosa banda de la Gente Nueva, perteneciente al cártel de Sinaloa, o Los Chapos (con 118,000 seguidores propios en Twitter). Este usuario presume públicamente sus conexiones con Los Ántrax, que son un grupo de sicarios.

La sensación de impunidad de El Gallito es tal que ha colocado etiquetas geográficas en su perfil personal en varios sitios de México como Sinaloa, Sonora y la Ciudad de México. Desde luego, El Gallito también puede borrar o falsificar su perfil haciendo clic con el ratón. También es posible que él no exista en absoluto.

Matones virtuales como El Gallito proliferan en México y Estados Unidos y todos ellos utilizan todo tipo de herramientas digitales y, cada vez más, servicios de envío de mensajes encriptados como WhatsApp, Telegram y muchos otros, para coordinar sus actividades y advertir a sus asociados cuando sospechan que la policía anda cerca.

Suelen recurrir a Facebook y Twitter para intimidar a sus rivales, reclutar nuevos miembros y traficar con drogas y personas. Muchos de ellos participan en “cyber-banging” (vídeos en los que los miembros de las bandas callejeras aparecen blandiendo armas y presumiendo su dinero), y “cyber-tagging”, que es el equivalente cibernético de los graffiti. Los organismos locales de aplicación de la ley han tomado nota, y algunos de ellos exploran las plataformas en línea para destruir a las redes de pandilleros.

Una de las formas de interrumpir la actividad de las pandillas consiste en crear mapas y decodificar sus interacciones digitales. Esto exige aprender el caló que utilizan.

Las interacciones en línea entre los miembros de las pandillas pocas veces comprenden frases formadas. En lugar de ello, se realizan en códigos en los que se utiliza texto escrito con emoticones, hashtags, números, caracteres especiales, fotos, vídeos y fragmentos musicales intercalados. Estos códigos pueden considerarse como el santo y seña que distingue a los miembros que pertenecen a un grupo de aquellos que están fuera de él, aunque finjan ser miembros.

Los organismos de aplicación de la ley de todo Estados Unidos amplían sus capacidades para vigilar el ciberespacio y afrontar la creciente amenaza que plantean las pandillas digitales y el cibercrimen.

En una encuesta realizada en 2015 acerca del uso de las redes sociales por parte de los organismos de aplicación de la ley de Estados Unidos se detectó que más de 95 por ciento de los 600 departamentos de policía encuestados ya utilizan las redes sociales para combatir el crimen. La mayoría de ellas (más de 85 por ciento) informaron que las redes sociales les habían ayudado a resolver crímenes en sus jurisdicciones. Ciudades como Chicago, Detroit y Nueva York, que cuentan con una amplia experiencia con las pandillas, se encuentran en el frente de batalla digital.

Sin embargo, la policía sigue jugando al gato y al ratón al seguir las huellas virtuales de las pandillas. Algunos departamentos de policía utilizan herramientas de informática forense para comprender sus redes sociales, pero sus habilidades aún son rudimentarias.

La procuradora general de California Kamala Harris afirma que el sector privado está mucho más adelantado en la defensa contra las amenazas de alta tecnología y que debería movilizarse para ayudar a las autoridades públicas.

Parte de la solución para combatir la amenaza de las pandillas digitales podría residir en California misma, hogar de las más grandes nuevas empresas de tecnología y redes sociales. Aunque se muestran cautelosas para no invadir demasiado la privacidad de las personas, Facebook, Google, IBM, Twitter y YouTube están desarrollando nuevos enfoques para dar seguimiento a las actividades extremistas y relacionadas con las pandillas.

No será fácil unir a los organismos de aplicación de la ley con las compañías de tecnología, dadas las recientes rencillas sobre la encriptación y las revelaciones de Edward Snowden. Pero en esta nueva batalla, tales asociaciones serán indispensables.

Desde 2015, el gobierno estadounidense ha aumentado su asociación con las compañías de tecnología y grupos comunitarios para localizar la radicalización y el extremismo en línea. Sin embargo, el enfoque principal sigue siendo, en gran medida, contrarrestar a los atacantes reales y aquellos con posibilidades de serlo, sean de la variedad religiosa o de la extrema derecha.

La Casa Blanca también ha creado una fuerza especial para coordinar actividades, estableciendo un centro de participación mundial para contrarrestar el extremismo en línea y fuera de ella. La intención es amplificar los mensajes positivos en lugar de aquellos que se basan estrechamente en el miedo.

Por su parte, Facebook ya expulsa de su plataforma a los grupos extremistas violentos y periódicamente elimina el contenido ofensivo. También ofrece ayuda para “contrarrestar discursos”, que incluye hasta 1,000 dólares en créditos de publicidad a aquellos que se unan a este esfuerzo, y ha acordado, junto con otras compañías de tecnología estadounidenses, eliminar los discursos de odio en sitios alemanes en un lapso máximo de 24 horas.

Mientras tanto, Google trata de controlar la difusión de videos de los extremistas de ISIS, retirando muchos de ellos de su servicio de YouTube. La empresa también ha puesto en marcha un nuevo esquema piloto para utilizar AdWords para desplegar mensajes antiextremistas a las personas que buscan contenido extremista a través de su motor de búsqueda.

Tras enfrentar la presión del público, Twitter ha eliminado más de 125,000 cuentas desde 2015 por “promover actos terroristas” y participar en el crimen organizado. También puso en marcha un Consejo de Verdad y Seguridad que vigila las redes sociales y elimina proactivamente el contenido abusivo.

En conjunto, estos esfuerzos comienzan a afectar negativamente la capacidad de los grupos extremistas de extenderse a través de las redes sociales y reclutar elementos para su causa de manera remota. Admiten que están más centrados en los grupos islamistas violentos que en los gánsteres de México y Estados Unidos.

Dada la magnitud de los desafíos en el sur de California, el enfoque en el extremismo extranjero parece miope. La prioridad mayor es contener las actividades de las pandillas a ambos lados de la frontera y en el ciberespacio.

Por Robert Muggah e Julian Way
Artigo de opinião publicado em 28 de junho de 2016
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