Dejación de armas de las FARC: ¿vamos por buen camino?
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Poco a poco se van conociendo detalles de los procedimientos técnicos de la dejación de armas de las FARC.
El pasado 5 de agosto salió a la luz el protocolo con los pasos a seguir en la entrega de las armas, así como los anexos anunciados en el Acuerdo sobre el Cese al Fuego, que se quedaba en las generalidades. Este material resuelve algunas de las inquietudes sobre los alcances de la dejación de armas del grupo insurgente.
Queda claro que se están siguiendo los pasos tradicionales de los procesos de desarme en el mundo, pero sin considerar elementos que intenten ir más allá de la mera entrega de armas.
En el protocolo se precisan las acciones prohibidas en las zonas de concentración, incluyendo las restricciones al porte y tenencia de armas en las zonas veredales y los campamentos, así como la prohibición de fabricar armas durante la concentración. Dejar estas condiciones claras es fundamental para garantizar la seguridad y la estabilidad durante el proceso de desarme y desmovilización.
Igualmente, el protocolo aclara interrogantes importantes con respecto a las caletas, un asunto que se había dejado por fuera del acuerdo, permitiendo la posibilidad de la existencia de guacas con armamento sin identificar, dado que solo se hablaba de la ubicación de minas antipersonales y munición sin explotar.
Aunque hay un avance, el tema de las caletas sigue estando incompleto, pues el protocolo solo parece contemplar la posibilidad de que las caletas contengan armamento inestable -como municiones y explosivos-, sin contar con la posibilidad de armamento almacenado. En el protocolo se habla del armamento inestable como “todo aquel cuyo exterior pueda apreciarse deteriorado con rajaduras, abolladuras, hundimientos y oxidación, así como el que posea material explosivo exudado y cualquier otro signo que permita determinar que su transporte pueda resultar peligroso”. En esta categoría se incluyen las armas de fabricación artesanal y los insumos.
La destrucción de todos estos elementos tendrá lugar fuera de las zonas de verificación y se hará antes del proceso de registro. Esta es una limitante importante para la recolección de información sobre este armamento que ha sido utilizado por las FARC.
Información insuficiente
Se indica que las FARC proveerán información sobre armas, municiones y explosivos. Dicha información será el censo de las armas en poder del grupo guerrillero. Como la información será entregada por las FARC, la seguridad sobre la entrega total de armas por parte del grupo armado dependerá de la confianza que se tenga en los datos que ellos entreguen. Sin estimaciones sobre el armamento que se espera recibir no hay manera de saber qué tan completo fue el desarme.
En el protocolo se indica que la dejación de armas será un “procedimiento organizado, trazable y verificable”. Sin embargo, la información que se recolectará es insuficiente para realizar rastreos o, al menos, estudios descriptivos sobre los patrones de tráfico de armas. No hay claridad sobre la “trazabilidad” del proceso de dejación de las armas.
La información que se recolectará se limita a:
- Tipo de arma (ametralladora, fusil, pistola, hechiza, etc.)
- Calibre (.50, 7,62 mm, etc.)
- Modelo (M16, A1, AK-47, etc.)
- Nombre de quien la porta.
No se recolectará información importante como el estado del arma (buen estado, mal estado, inutilizable). De hecho, las armas de fabricación artesanal serán destruidas antes del proceso de registro. Se ha señalado que en el desarme de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) hubo una gran cantidad de armas viejas e inutilizables, lo cual parece indicar que las armas útiles quedaron en circulación en el país.
Por otro lado, no se especifica la marca del arma, la cual es importante para conocer el posible origen del armamento. Tampoco se considera hacer una documentación fotográfica o la recolección de más información, como las diversas marcas internas y externas.
Saber es poder
Aunque llevar a cabo un proceso estricto de rastreo arma por arma es una posibilidad muy remota en estos procesos de dejación, sí es posible diseñar bases de datos con variables básicas. Estas bases de datos pueden proveer información útil para identificar tendencias o patrones para analizar los patrones del tráfico de armas en la región y para plantear estrategias de seguridad en el posconflicto.
Con la información sobre el armamento entregado pueden hacerse análisis importantes, como decir:
– La información sobre el tipo de armas predominantes puede proveer datos sobre la violencia en el conflicto armado al relacionar los tipos de armas con la victimización durante el conflicto.
– La información sobre el país de origen y el fabricante puede dar indicios de transferencias ilícitas y redes de tráfico de armas. De esta manera pueden llevarse a cabo acciones para identificar y enjuiciar a las personas involucradas con el tráfico de armas y otros delitos relacionados con el uso de armas de fuego.
– La fecha de fabricación y el estado de las armas pueden relacionarse con anteriores conflictos armados y, de esta manera, con el flujo y reúso de armamento en la región (proveniente de Centroamérica, por ejemplo). De la misma manera, esta información es de utilidad para evaluar la efectividad de antiguos procesos de desarme, desmovilización y reintegración (DDR).
– El patrón de los números de serie -consecutivos o no- puede dar evidencia sobre el modo como fueron obtenidas las armas. Por ejemplo, si fue por medio de “tráfico hormiga” o de grandes cargamentos. Esto es posible mediante la identificación de lotes de armamento.
En el caso de las armas entregadas por las AUC hubo cerca de dos mil armas búlgaras. Haciendo uso de otra información sobre transferencias de armamento se sabe que este país ha exportado a Colombia más de seis mil armas, lo cual plantea interrogantes sobre el armamento que aún no se ha encontrado de este comercio.
– La información sobre las armas entregadas puede compararse con la de futuras incautaciones para identificar el flujo de armamento remanente del conflicto que sea usado por facciones no desmovilizadas, otros grupos armados ilegales o en casos de rearme.
– La información recolectada también puede ser útil para monitorear el cese al fuego. Si el acuerdo incluye el compromiso de no volver a armarse, el monitoreo de las armas entregadas ofrece una manera de verificar que se ha cumplido este compromiso.
– El análisis de campo puede servir para identificar posibles casos donde una parte del inventario de armas de un grupo ha sido retenido para evitar su destrucción o eliminación. También puede servir para garantizar que todas las armas entregadas sean destruidas correctamente. Igualmente, la existencia de registros completos es útil para verificar las condiciones de almacenamiento de las armas que están a la espera de una disposición final (posiblemente la destrucción).
Preguntas abiertas, peligros latentes
Además de la información mínima que se recolectaría sobre las armas, del combatiente solo se tomará su nombre. No se piensa recoger otros datos, como el frente al cual pertenecía o su papel dentro de las FARC. Esto último sería útil para entender la composición del grupo armado y conocer quiénes poseen las armas.
En este punto surgen interrogantes como: ¿qué pasa si un combatiente no posee arma? ¿Qué pasa si el miembro de las FARC participaba en actividades de apoyo no armadas, logísticas o administrativas? ¿Se debe suponer que cada combatiente solo cuenta con un arma?
Por otro lado, la entrega de armas por parte de las milicias sigue siendo un interrogante, ya que se siguen considerando como armas de acompañamiento y no se hace referencia a la cantidad de milicianos. Este tratamiento diferenciado de las armas de las milicias llama la atención, ya que los protocolos indican que sí habrá concentración de milicianos.
Al no tener claridad sobre la verdadera relación entre combatientes y armas se abre la posibilidad de ‘colados’ en el proceso de desmovilización o incluso de la entrega de armas de otros grupos, como pasó con las falsas desmovilizacionesen el proceso con las AUC.
Otro interrogante importante, planteado por la Fundación Ideas para la Paz, es la dilatación del proceso de dejación de armas. Recientemente se ha indicado que el “día D” y el cronograma para la dejación de armas no se daría inmediatamente después de la firma del acuerdo de paz, sino luego de los resultados del plebiscito. Sin embargo, una sentencia de la Corte Constitucional obliga a que la entrega de las armas sea antes de las votaciones. Este es uno de los principales dilemas del proceso.
¿Dónde queda la sociedad civil?
La limitada información que se recogerá sobre las armas es uno de los puntos más débiles del acuerdo y de los protocolos.
Además de exigir una información escasa -insuficiente para rastreo- y nula documentación fotográfica o de otro tipo, no se hace referencia a los mecanismos para poner esa información sobre las armas recolectadas a disposición de la sociedad civil ni de la comunidad académica.
Poco se sabe de las armas de las AUC, de los orígenes de esas armas y del posible destino de los remanentes. Los centros de investigación en el país pueden jugar un papel importante en la producción de estudios sobre el armamento entregado, pero hasta ahora no se les ha permitido hacerlo.
Por Katherine Aguirre
Artigo de opinião publicado em 22 de agosto de 2016
Razón Pública