El día después de la guerra ¿reinará la paz y la seguridad en Colombia?
En Colombia la paz es elusiva: cuando pensábamos que la teníamos entre las manos, que el acuerdo de paz se iba a implementar luego del 2 de octubre, se nos fue entre los dedos. A la implementación tuvo que aplazarse y el esperado “Día D” al parecer se dará en algunas semanas.
Sin embargo, el hecho que se implemente el nuevo acuerdo, aunque sea “mejor y más incluyente” no significa que la paz y seguridad estén garantizadas en el país. Una cosa si es cierta: las FARC dejarán de ser un grupo armado, y oficialmente se acabarán las confrontaciones (ataques y combates) con las fuerzas del Estado colombianas pasarán a la historia. Sin embargo, esto sólo va a pasar cuando la firma del acuerdo final se de, así como el cese al fuego definitivo. Mientras tanto, la guerrilla aun tendrá armas en su poder, se movilizará en el país, y el Estado seguirá persiguiéndolo.
Para nadie es un secreto, que aunque la guerrilla más grande del país se desmovilice y se desarme Colombia seguirá siendo un país con grandes retos de violencia e inseguridad. Y esto ha sido evidenciado en las últimas semanas con el aumento de la violencia política. Esto tanto en lo centros urbanos, ciudades intermedias y zonas rurales. Sin embargo, es importante analizar en que medida la entrada la negociación con las FARC puede cambiar las dinámicas actuales, eliminando definitivamente formas de violencia, pero también haciendo que otras aparezcan. La experiencia de otros conflictos armados en el mundo demuestran que hay formas de violencia que pueden relacionarse directamente con la terminación del conflicto, por lo cual estas posibilidades no deben dejar de considerarse.
Por un lado, la violencia de conflicto con las FARC prácticamente ha desaparecido, así como lo reporta el monitoreo realizado por CERAC. Por el otro, se ha reportado que en muchos casos la violencia se dispara luego de terminado el conflicto. Y es un hecho: mientras en 1986 la tasa de homicidios en Guatemala era de 19, en 2009 fue de 50. El Salvador es comúnmente nombrado como un casi devastador de posconflicto, al reportar en la actualidad la tasa de homicidios más alta del mundo con 120 por cada 100,000 habitantes en el año pasado. Sin embargo equiparar el aumento de la tasa de homicidios con la explosión de la violencia de posconflicto es una visión profundamente reduccionista, que omite las variaciones regionales de la violencia, las diversas manifestaciones de la misma, así como la multiplicidad de factores causales detrás de los cambios en el nivel y distribución de la violencia.
En lo que hay que tener claridad es en algo: Ni la terminación del conflicto trae la paz, ni vamos a vivir aumentos escandalosos de la tasa de homicidios. No toda la violencia que existe luego de la firma del acuerdo de paz es de posconflicto, ni la terminación formal del conflicto con las FARC es garantía de una paz sostenible.
¿Qué factores que pueden explicar la violencia de posconflicto?
Hay un grupo de factores directos que permiten la reproducción de la violencia luego de terminado el conflicto, estos son factores que sólo existen por la ocurrencia del conflicto, y que son concretamente legados de la guerra, tales como:
– la insatisfacción masiva como resultado de los acuerdos, que puede llevar a manifestaciones violentas;
– el retorno de poblaciones desplazadas que puede llevar a formas de disputas sobre la propiedad;
– un proceso de desmovilización, desarme y reintegración (DDR) limitado e incompleto que puede dejar personas entrenadas y armamento a disposición para la continuación y repunte de la violencia;
– existencia de una “cultura de violencia” donde ésta se haya legitimado como el mecanismo para resolver cualquier tipo de conflictividad;
– limitada reconciliación y reparación que pueda impulsar conflictos comunitarios
Sin embargo hay otros factores mas generales que explican de manera indirecta la continuidad y aparición de formas de violencia aun terminado el conflicto. Estos factores no están directamente relacionados con la dinámica de la guerra y no se abordan directamente en los acuerdos, pero que son determinantes de las condiciones de la paz luego del conflicto.
Estas condiciones han sido resaltadas tanto en contextos de conflicto como de no conflicto como causas de la violencia, así como de ser responsables de trampas de la violencia y de su reproducción. Luego del conflicto, el país esta en una situación compleja y con necesidad de reconstruir y fortalecer sus instituciones, requiriendo la presencia territorial del Estado, retomando el control del territorio y estabilizando el país, principalmente en regiones donde nunca ha estado durante décadas y donde la FARC cumplían el rol de éste. No es solamente proporcionar seguridad, sino también todos los servicios sociales que debe proveer el Estado, generar relaciones de larga duración con las comunidades, de manera que se evite el acceso de grupos armados ilegales, que en algún momento han proporcionado estos servicios, llegando incluso a reemplazar el Estado. Entre las condiciones de la paz pueden incluirse:
– ausencia de capacidad institucional para proveer justicia y seguridad. Ante esta situación, la impunidad se seguirá reproduciendo y la baja capacidad coercitiva del estado seguirá evidente, los cual impone bajas restricciones a los individuos a llevar a cabo actividades ilícitas y violentas;
– continuidad de la corrupción y responsabilidad de entidades del Estado en actividades criminales. Implica también cambiar las medidas represivas por una buena relación con los ciudadanos, quienes son un elemento fundamental para construir la seguridad y para tener fuerzas públicas transparentes y responsables;
– inestabilidad social y económica: en un ambiente de desigualdad y ausencia de posibilidades económicas, de educación y de disfrute efectivo de los derechos hay múltiples posibilidades para la reproducción y transformación de la violencia en el posconflicto.
¿Qué formas de violencia pueden aparecer cuando se termine el conflicto con las FARC?
Luego del conflicto se acaban algunas formas de violencia (ataques y combates entre la guerrilla y el ejercito), pero aparecerán unas nuevas, que están mas directamente relacionadas con los legados de la guerra anteriormente nombrados. Además otras formas de violencia mas generales podrían reproducirse si las condiciones de la paz no son optimas. Entre las formas de violencia de posconflicto se encuentran:
– Continuidad de la violencia de conflicto o la reactivación del conflicto armado, es decir, que las confrontaciones y los ataques continúen aun durante las negociaciones y luego de la firma del acuerdo. Este peligro quedó en evidencia esta semana cuando dos guerrilleros murieron en el sur de Bolívar en circunstancias aun no aclaradas. Esto puede ser el resultado de facciones no involucradas en las negociaciones que continúan con las mismas formas de lucha, que violencia sea usada para ejercer poder en la mesa de negociación (saboteadores o spoilers), o por fallos técnicos en el mantenimiento del cese al fuego, como al parecer pasó en Colombia. Este es por ejemplo el caso de Camboya, donde se firmó un acuerdo de paz en 1991 que no significó la terminación de la violencia de conflicto. La continuidad del conflicto es común en los llamados “estados frágiles” donde no están garantizadas las condiciones de la paz (como la República Centroafricana y República Democrática del Congo). En Colombia, aunque se ha hablado de disidencias (Frente 1), ninguna de estas tienen la capacidad de poner en riesgo del acuerdo, aunque podrían continuar con actividades ilegales.
– La violencia política puede surgir con el objetivo de obstruir la implementación de los acuerdos, generar inestabilidad o incluso para forzar la reconfiguración del poder en los territorios. El florecimiento de escuadrones de la muerte y grupos clandestinos que persiguieron a activistas luego del conflicto de Guatemala es una expresión de esta forma de violencia. Reportes indican que los asesinatos de líderes sociales, defensores de derechos humanos, militantes de partidos políticos, y sindicalistas aumentaron en 2015 en Colombia y que en lo corrido del año han asesinado y amenazado a activistas, incluso relacionados con la restitución de tierras y la pedagogía para la paz. Este riesgo está principalmente asociado con un posible resurgimiento de grupos de paramilitares.
– Disputas relacionadas con la propiedad pueden darse asociadas al conflicto de personas que retornan a su tierra con posibles invasores ilegales, con fuerzas estatales e incluso grandes terratenientes. En Colombia se han registrado casos de violencia contra campesinos que han retornado a sus tierras, así como por parte de bandas criminales que quieren consolidar su poder en los territorios.
– El fracaso de los gobiernos en proveer justicia y seguridad, puede llevar al surgimiento de formas extralegales de vigilancia y justicia, tales como los linchamientos y la limpieza social, así como el surgimiento de grupos de autodefensa y patrullaje. En Guatemala se han relacionado los linchamientos como uno de las principales herencias de la guerra, prinicipalmente en las zonas más afectadas por la guerra.
– El tipo de violencia que más se puede esperar en el escenario de posconflicto es el la continuación de las acciones asociadas con la criminalidad organizada. Tanto grupos disidentes de las FARC, como cualquier otro grupo que llege a ocupar los espacios luego de la retirada de la guerrilla, tienen incentivos para continuar con las actividades predatorias de las rentas que no va a dejar de existir en el territorio. Los grupos armados también proveen protección física, ganancias económicas y generan lazos de solidaridad e identidad a sus miembros, explicando la permanencia o nueva vinculación de personas a los grupos. El Pacífico colombiano, y en especial Tumaco, ha experimentado recientemente casos de violencia selectiva y asociada al narcotráfico evidencian la poca capacidad del Estado en regiones donde las economías criminales siguen siendo fuertes.
– También existen efectos de la existencia de un conflicto armado en los niveles de violencia interpersonal. La normalización y rutinización de la violencia es un efecto de la fuerte exposición a ésta durante décadas. Además ante la inestabilidad socioeconomica y ausencia de oportunidades de trabajo y educación hay un espacio para el florecimieto de la criminalidad, sin embargo esto esto no es legado directo de la guerra, sino una consecuencia de las condiciones de inestabilidad en la paz. Una fuente de preocupación al respecto es el posible flujo de desmobilizados que puedan involucrarse en actividades criminales en las ciudades. Sin embargo estudios en Colombia han demostrado una bajisima reincidencia en excombatientes.
– Una forma de violencia interpersonal que ha sido fuertemente identificada en contextos de posconflicto es la violencia intrafamiliar, y concretamente contra la mujer, la cual se ha resaltado como un importante efecto del conflicto en Africa Oriental. Se ha identificado que el retorno de los excombatientes a los hogares, junto con el estrés, la falta de opciones de ocupación, y la crisis de masculinidad en el posconflicto son criticos en el aumento de esta forma de violencia.
El panorama en el posconflicto es entonces complejo, el acuerdo por si solo no garantiza el retorno de la paz y la seguridad. Colombia es un país con muchas formas de violencia fuertemente arraigadas en espacios urbanos y rurales que no van a desaparecer con el acuerdo. Una reducción definitiva de la violencia en el país solo podrá alcanzarse cuando se aborde de manera efectiva la violencia generada por todos los actores incluyendo el ELN, bandas criminales, grupos de paramilitares, grupos de criminalidad organizada, así como los factores que han determinado el florecimiento de la violencia urbana en el país.
Por Katherine Aguirre
Artigo de opinião publicado em 25 de novembro de 2016
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