La igualdad de género: el punto en común para la paz en Colombia
24 de Março
Mientras decenas de negociadores en la mesa de La Habana intentaban llegar a puntos de acuerdo en la complicada agenda de terminación del conflicto, el enfoque de género fue un punto de común acuerdo entre grupos que han estado históricamente en lados distintos. De hecho, tanto los negociadores de las FARC como del gobierno de Colombia quisieron garantizar que importantes transformaciones en pos de la igualdad de género se pudiera transcender a todas las mujeres colombianas a partir del acuerdo de paz. ¿Y las mujeres de la sociedad civil? Fueron quienes insistieron para que las mujeres tuvieran una participación concreta durante el proceso de paz.
En una era en que el conservadurismo y la igualdad entre hombres y mujeres está en ataque en distintos lugares del mundo, es importante destacar y celebrar este gran hito. Esta concordancia entre organizaciones que podrían tener por construcción visiones diametralmente diferentes se ve paradójica al comparar la tempestad desatada en el país por la inclusión del “enfoque de género” en los acuerdos de paz. En efecto, ni los negociadores mas experimentados lograron anticipar que la posibilidad de brindar derechos y oportunidades sin excusión alguna iba a ser uno de los puntos de discusión mas fuertes de las organizaciones en contra del proceso de paz.
Esta compatibilidad de conceptos sobre el enfoque de genero fue identificada por medio de entrevistas que realizamos a mujeres que se involucraron en las negociaciones de paz en La Habana. Cada una de ellas con una perspectiva completamente diferente, con vivencias y experiencias que pueden hacer esperar una visión antagonica sobre la vida, sobre el significado de paz y sobre el papel de la mujer en la sociedad.
¿Quiénes fueron responsables por la inclusión de un enfoque de género y por la participación efectiva de mujeres en el proceso de paz? Pues las mujeres, claro. Los movimientos de mujeres en Colombia fueron muy insistentes.” Las mujeres, aunque conformasen la mayoría de las víctimas del conflicto, seguían invisibles. Después del primer año de la Habana seguían siendo los hombres los que negociaban la paz. Sólo hasta que las mujeres decidieron que no podrían continuar invisibles, entonces se organizaron y aparecieron en el panorama. Y a partir de ello – y de su insistencia – se logró la presencia de las plenipotenciarias en el equipo negociador, las de las FARC, los foros de consultas con mujeres, la escucha a las víctimas y finalmente la sub-comisión de género.
De la misma manera, mujeres guerrilleras con diferentes roles en las FARC, opinaron que la transformación que se quiere lograr para las mujeres del país es poder llevar la igualdad y los avances que tienen las mujeres guerrilleras al resto de la sociedad colombiana. Avances como igualdad de oportunidades, el acceso a la tierra y libertad para tomar decisiones están en el centro de los cambios esperados. “Hay una deuda histórica de la sociedad con las mujeres de la ruralidad”. Todas estas mujeres coinciden que el germen de esta propuesta viene desde sus Estatutos, los cuales consideran que “los deberes y derechos en las FARC-EP son iguales para todos sus integrantes pero sin igualitarismo pequeño-burgués”.
Esta concepción idílica de sociedad pareciera ser diametralmente diferente de una mujer con formación militar. Sin embargo se observó que “no era una cuestión sobre que enfoque de género se debería incluir en el Acuerdo, sino hasta donde podemos ir”. Las limitaciones, en este caso, están precisamente en una sociedad conservadora y atada a los valores tradicionales como la sociedad colombiana.
Y precisamente en una sociedad con esas características, fue que caló tan fácilmente la discusión sobre la “ideología de género” y la defensa de la familia, convirtiendo estos discursos como la punta de la lanza en la campaña en contra de los acuerdos de paz. La oportunidad de lograr un verdadero avance con respecto a los derechos de la mujeres y de sanar la deuda histórica con éstas se estaba saliendo de las manos. Tanto así, que grupos de derecha extrema aprovecharon para incluir en la ya minada discusión sobre los acuerdos de paz, un ataque a derechos ya conquistados y garantizados por la Constitución colombiana, planteando redefiniciones de familia y de la igualdad.
Para todas las mujeres entrevistadas y las entrevistadoras fue difícil ocultar la frustración y el dolor que trae recordar el día en que el país pareció dar la espalda a un proyecto que propendía revolucionar la igualdad a todos los colombianos, el día del triunfo el NO. Las lágrimas escapan fácilmente y la referencia al “peor día de la vida” fueron comunes. Más allá de la discusión política sobre el tránsito a la normalidad de las FARC y sus múltiples complicaciones, dolía profundamente la tergiversación sobre un tema tan básico como la igualdad de género.
Esta discusión es relevante no solo para Colombia, no solo para el contexto de los acuerdos de paz. Al parecer, los discursos conservadores y excluyentes están pululando en el mundo desde lo más alto mando político de los países. La cuestión de género no es solo una cuestión de derechos, sino también un elemento básico para la construcción de la paz. Las sociedades menos desiguales son también las menos violentas. La igualdad de género fue la amalgama entre grupos tan dispares y la piedra fundamental de la paz sostenible.