¿Cómo reducir la violencia letal en México? #InstintoDeVida

The Mexican Times

Maio, 2017

A principios del 2017 pedí una copia de la ‘estrategia integral de atención prioritaria a municipios que concentran el mayor número de homicidios dolosos’ vía acceso a la información, y el gobierno me entregó un documento de escuetas cuatro páginas de contenido donde define, de manera laxa, su propuesta para responder a la violencia homicida. Quizás era ingenuo de mi parte esperar una propuesta más sustantiva. Sin embargo, más que lamentarse, creo que es hora, como sociedad de renovar nuestro compromiso a construir un país en paz y armonía, basados en lo que sabemos que funciona.

A finales del año pasado México cumplió una década de estar en guerra. Desde que Felipe Calderón inició el estado de excepción que mantiene hoy a los militares en las calles de nuestro país y hasta la semana pasada, cuando el PRI y el PAN intentaron modificar la Constitución para permitir que los militares conduzcan tareas policiales, los políticos en el poder han abandonado cualquier intento de mejorar la situación por la vía democrática y de la gobernanza. Y como todos sabemos, la guerra no se acaba con más guerra, así como el odio no se termina con más odio.

La situación actual de México no es normal. La tasa de homicidios, con su repunte durante los primeros 3 meses del año, es alarmante y nos exige acción. Lo que es más, la naturalidad con la que leemos titulares y escuchamos noticieros que a diario nos cuentan de otro brutal asesinato lo mismo en estados lejanos que en la colonia de junto, tanto a manos de criminales como de elementos del Estado o de nuestro vecino o vecina, hace la situación insostenible. ¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Qué ha funcionado en reducir la violencia letal en América Latina?

Durante los años de operación del Programa Nacional para la Prevención del Delito (Pronapred) algunos políticos intentaron mejorar la respuesta gubernamental a la situación antes descrita. Sin embargo, los 10 mil millones de pesos ejercidos en el periodo 2013 a 2016 tuvieron poca o nula evaluación de impacto. De hecho, según José Merino y Carolina Torreblanca:

“Los municipios que recibieron apoyo de Pronapred durante los 4 años de su funcionamiento no mostraron trayectorias de delitos o violencia distintos a aquellos afuera del programa”

Vale la pena resaltar que el poco aprendizaje que tuvimos en reducir homicidios ha sido hoy plenamente abandonado (¿qué otra cosa explica que la mejor propuesta del partido en el poder sea perpetuar a los militares en las calles?). Epur, si muove. De hecho, existen interesantes esfuerzos regionales como el Protocolo de Bogotá (que busca mejorar los indicadores en torno a la violencia letal) y los mapeos tanto del Laboratorio de análisis de la violencia de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro, como el del Instituto Igarapé.

A través de la iniciativa #InstintoDeVida, que se lanza el día de hoy en México, un grupo de casi 30 organizaciones de los siete países con mayor número de homicidios en América Latina, buscan retomar los aprendizajes que la región ha logrado durante la última década. Con ello, llaman a promover planes de reducción de homicidios que, en lugar de lacónicas y generales ideas, promuevan acciones concretas basada en evidencia científica.

¿Qué se puede hacer para reducir el homicidio?

Reducir la violencia letal no es sólo necesario, sino posible. Los homicidios son evitables y la reducción drástica de las tasas de homicidios son más comunes de lo que muchos suponen. Sin embargo, el esfuerzo común requiere de la participación activa de gobiernos, empresas privadas, medios de comunicación y ciudadanos, con el objetivo de establecer metas específicas de reducción de homicidios, apoyadas en planes integrales y recursos adecuados.

Contrario a lo que la derecha suele inferir, las políticas de ‘mano dura’ como la aumenta de penas de ciertos delitos (populismo penal), las políticas de ‘limpieza social’ o de criminalización de ciertos grupos (jóvenes, mujeres, indígenas, afrodescendientes, usuarios de drogas, etc.) tiene magro cuando algún impacto positivo en la reducción de la violencia letal. Por el contrario, existen al menos cinco campos de acción en los que contamos con evidencia científica de impacto positivo en la reducción de los homicidios, a saber:

  1. Intervenciones dirigidas a personas, víctimas o victimarios y grupos armados organizados. Este es el caso, por ejemplo, de las terapias cognitivo-conductuales utilizadas en la prevención primaria y secundaria, así como la prevención de reincidencia y las políticas de prevención del feminicidio.
  2. Intervenciones dirigidas a los espacios físicos o donde se concentra la violencia. Uno de los aprendizajes de ‘Todos somos Juárez’ fue, de hecho, que la violencia homicida se concentra en puntos geográficos específicos. Las intervenciones que se pueden hacer en esos puntos van más allá de presencia policial, e incluyen respuestas a largo plazo de tipo social y de transformación del entorno, con la participación de diversos actores de la comunidad.
  3. Intervenciones dirigidas a las herramientas o factores que facilitan la ocurrencia del homicidio. La presencia de armas de fuego aumenta la probabilidad de la comisión de un homicidio. Por ello, la regulación y control de armas y municiones, y de expendio de alcohol a ciertas horas es de utilidad. En lo que a drogas ilícitas se refiere, existen diversos estudios que comprueban que las políticas represivas son contraproducentes en lo que a homicidios se refiere.
  4. Intervenciones dirigidas al fortalecimiento de las instituciones del sistema de justicia. El mejoramiento del sistema de investigación criminal con el objetivo de mejorar la tasa de judicialización y reducir la impunidad requiere fortalecer las capacidades del sistema de justicia para esclarecer homicidios. Ello, sin duda, incluye el fortalecimiento de las capacidad de la policía y su relación con las comunidades.
  5. Intervenciones dirigidas al contexto donde ocurren los homicidios y a los factores de riesgo. Dos tipos de políticas pueden mejorar el entorno que facilita la comisión de homicidios. Por un lado, los liderazgos positivos en las comunidades, así como las organizaciones de base como los comités vecinales tienen un papel importante. Por el otro, las políticas sociales innovadoras que promuevan el crecimiento e inclusión de los más desfavorecidos y el desarrollo equitativo, garantizando mejor acceso a educación y empleo.

Estas son cinco ideas generales que nos pueden ayudar a construir un plan nacional de reducción de homicidios que, a diferencia del texto actual, nos sirva como guía de política pública para mejorar uno de los principales problemas que aquejan a nuestro país. Es hora de terminar la guerra que las últimas dos administraciones federales han construido y comenzar a construir un país en paz, con justicia y dignidad, para todas y todos los mexicanos.

Hay que estar atentos a #InstintoDeVida para saber más.

 

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